martes, 23 de octubre de 2012

Vueltas, de vuelta.

... de nuevo estoy de vuelta, después de larga ausencia... (?)
 
Es de noche, como todas las veces que escribí. Escuchando música y con ganas de escribir. La tele en mudo, como para decir que veo gente en el departamento a parte de mí. Están pasando "Bastardos sin gloria", en I-Sat. Película que ví muchísimas veces, por partes, completa, al derecho y al revés. Me caga de gusto esta película (no tanto como Kill Bill, también de Quentin Tarantino para quien no sepa y le interese).
Y habiendo empezado con ganas de escribir pero sin una idea concreta que se me ocurra, ésa introducción ya me prendió la lamparita. Iba a escribir un monólogo filosófico aburrido... y voy a terminar haciendo exactamente eso mismo.
Como ya dije en varias entradas anteriores: sin importar quién entre ni qué le genere si lee lo que escribo. Al principio si me importaba... me esforzaba por salirme de mi y ver lo que escribía con ojos de otro, para tratar de sentir lo que sentiría alguien ajeno a mi al leerme. Como tratando de entenderme y de no generar un texto aburrido. Ejercicio complicado, al pedo... y desistí. Capaz que me di cuenta que en realidad no me importaba, o también, porque no me alcanza terminar de ordenar los pájaros en el marote como para ponerme a verlo desde afuera.

Muchas vueltas, no? El tema es que de tan rutinario que uno es, termina haciendose un embrollo de la nada. Un laberinto por así decirlo. Que tiene un solo ingreso y una sola salida. Como muchas cosas... muchas, pero no todas. La película que está pasando tiene algo de eso... basada en hechos reales, con un principio y un final (y tooodo un quilombo de cosas en el medio), pero desvirtuada al final. Cambiando el desenlace de la realidad que todos conocemos, por uno que muchos hubiésemos querido que sea... pero no fue. Entonces, en este caso la ficción muestra un desenlace alternativo, y nos pone a pensar en "qué hubiese sido si...", y nos quedamos pensando en el pasado tratando de imaginar lo que hubiese pasado si no pasaba lo que pasó. Me volví a enredar.

El problema es que uno siempre cae en eso. Arrepentimiento, dudas, replanteos sobre lo que hizo o lo que no hizo. Personalmente no me va eso. En mi punto de vista, las cosas son como son y ya. Y mucho menos forzar algo que sabemos que no va a ser. Lo digo por experiencia, porque ya me pasó y no está bueno caer de nuevo en eso. Se vuelve rutina si no, al estilo de un círculo vicioso que no queremos entrar, pero inconscientemente (o no), lo hacemos.
Que qué problemas tengo con la rutina? Ya la nombré muchas veces en entradas anteriores, pero sigo sin terminar de entenderla, o no quiero aceptar que hay algo que es simple, estático y estructurado que me "controla". Podría comparar la rutina con una imagen totalmente contraria a la de la derecha... la rutina sería representada, a mi manera de ver, como una línea recta, un segmento con principio y final. Porque así la veo yo, aburrida. La imagen me genera todo lo contrario. Un desafío, un laberinto, algo indescifrable a simple vista, y que hay que recorrer para encontrar la salida.

Me fuí por las ramas de nuevo... pero de a poco voy completando ideas que quedan sueltas entre todas las notas (o eso espero). Volviendo al enredo. La imágen es genial! Gracias a una prima que la publicó una vez y la verdad que es muy buena... "Vida simplificada"... Un principio y un final. Y en el medio un tremendo quilombo que ni siquiera la persona con más paciencia en el mundo puede desenredar. Pero esa es la idea! El inicio y el final ya lo sabemos, y no me refiero al nacimiento y a la muerte como muestra la imagen, sino a cualquier situación que se nos presente. Entonces, el tema no es desenredar ese enredo (valga la redundancia), sino recorrerlo cual laberinto, con ese entusiasmo que uno tiene cuando entra a uno... siempre y cuando uno quiera entrar, claro. Sabiendo que hay infinidad de caminos para elegir. En algunos casos pudiendo volver atrás, en otros no. En esos que no se puede volver atrás depende de nosotros elegir "bien o mal", y en los que si se puede volver, hay que acordarse el camino que nos llevó a nada, para no volver a repetirlo.

Y ahora qué? Llega el final de este enredo de palabras. Pero de éste solamente. Empezó sin una idea, o, en realidad con muchas ideas malas y ni una concreta, que terminaron siendo una sola que no sabía cuál era y ahora sí. Simplemente la idea de escribir algo, sin saber para quién ni qué. Ideas que siempre están, dando vueltas, algunas se escapan, otras se quedan, como pájaros en el marote.