lunes, 11 de mayo de 2020

Tanto para decir...

...que si me callo me salen subtítulos.

Lunes otra vez... estoy escribiendo más de seguido... y sí, mirá si no voy a tener tiempo. Pero quizás no tanto en proporción a la cantidad de cosas que pasan por esta cabeza... y lo loco es que todo este concepto de "pájaros en el marote", va y vuelve. Porque hoy, nuevamente, los pájaros están alborotadísimos y están que salen y entran, dan vueltas, se quedan quietos pero pían, graznan, ululan, cacarean, parlotean, cantan y chillan, picotean y taladran por donde pueden, hasta hacen nidos, ponen huevos, vienen y se van. Muchas palabras, no? Casi que hasta agarro un diccionario para guiarme. Porque, al fin y al cabo, a la hora de expresar tantas cosas, nos damos cuenta que hasta el diccionario queda chico y que es hora de empezar a adueñarnos de nosotrxs mismxs y ponerle nombre a lo que somos/sentimos/pensamos... porque si no se puede nombrar, simplemente no existe. Y por suerte me armé este blog que, una vez más, lo uso para lo que fue pensado. Volcar acá ideas sueltas, que buscan palabras para poder darles identidad.

"Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma"
"Hay palabras que no dicen nada, y silencios que dicen todo"
"Prefiero ser dueñx de mi silencio, antes que esclavx de mis palabras"
"El cuerpo grita lo que el alma calla"

...entre otras... frases y dichos reconocidos que me vienen a colación para seguir con esto.

Sin ánimos de generar preocupación ni mucho menos llamar la atención a nadie, todo lo que voy a escribir a continuación va a identificar a más de unx en su "hoy", y sólo es un intento de ejemplificar esta necesidad de comunicar/me/nos como se pueda, con lo que se tenga "a mano".
Como dije... más de unx se sentirá identificadx. Y no por la poética de las frases, sino realmente. Porque entiende e identifica que alguna vez (o muchas veces), pasó por lo mismo. 



En estos días de aislamiento, tuve tres episodios de crisis en los que "explotaron" emociones acumuladas que no supe cómo, no quise o simplemente no identificaba bien qué eran. Entre ellas: angustia, "extrañitis", falta de ganas de todo, de "no sentirme útil" (como antes), de frustración, de falta de sueño, de exceso de sueño, falta de hambre, exceso de hambre, no querer hablar, emocionarme fácilmente (más de lo normal), enojarme fácilmente, tentarme fácilmente y no parar hasta parecer ridículo... entre tantas, tantas otras emociones y sensaciones que pueden ser descriptas y nombradas hoy. De un extremo a otro, parafraseando mi texto anterior. 

Ahora ya pasaron y pude asimilarlas y al menos intentar identificarlas y "ponerle nombre". Pero en ese momento, quizás lo más "desesperante" de esa crisis era que no sabía qué me pasaba, y lo que atiné a hacer fue ir descartando motivos que me podían llevar a ese estado. Confieso que escribir esto me resulta muy raro, porque ahora me parezco exagerado. Que "me quejo de lleno". Porque hasta quizás sienta "vergüenza" de expresar estas cosas "negativas" cuando en estos medios, "redes sociales", estamos acostumbrados a leer expresiones positivas, arengadoras, de ánimo, de superación que, a mi parecer, terminan siendo una pantalla que quiere que veamos eso y no lo real... o por contraposición, expresiones de ira, enojo o queja que exacerban al máximo, nuevamente a mi parecer, el inconformismo propio de no poder estar tan bien como el resto se muestra en las redes. 

Y hasta yo mismo me cuestiono y me pienso de esa manera. Cuántas veces he expresado pantallas que no muestran realmente lo que me pasa por dentro ("o sea HELLO!!!" viví hasta los 31 años en el clóset! Bueno, pero eso no venía al caso... o sí...). Por qué? Qué nos hace esquivarnos y no reconocernos? Pienso y estoy seguro que es por lo excesivamente informal e impersonal de las redes sociales: Por más "completo" que tenga mi perfil con información, fotos, relación, fecha de cumpleaños, dónde trabajo, etcéteras y etcéteras, sigue siendo información que le cuento a alguien ficticio, o que en realidad soy consciente que, quien lo lea, no me conoce del todo. Lo preparo para mí mismo, como yo quiero que me vean lxs demás. Con todo resuelto y sin ningún problema (?). Porque por más que facebook me pregunte "¿Qué estás pensando, Bruno?" en lo que conocemos como "estado", nunca voy a poner exactamente lo que estoy pensando, ya que lo que pensamos es mucho más importante como para publicarlo en redes. 

Porque quizás estoy pensando cosas que nadie quiere saber, que a nadie le interesa, o que nadie entendería. Y acá me acuerdo de un "Tik Tok" (si no conoce, googlee), de un niño que debe mandarle un audio a su "nonito", y la madre le dicta: "Hola nonito, cómo estás?", y el niño, en vez de repetir la consigna, responde a la pregunta "Bien". Desde pequeñxs aprendemos que después de la pregunta "Cómo estás?" (y sus variantes), SI O SI, hay que responder "bien". Por más que no lo sientas. Porque sino, después de responder "mmmm maso", o "no tan bien", o "mal", hay que explicar. Como si estuviéramos obligados a estar bien, aunque sea por "paja", por no querer tener que explicar por qué unx no está bien. Un gran ejemplo de todo esto es el efecto instantáneo (en las redes), que cuando alguien empieza a expresarse auténticamente sin hacer daño a nadie... lxs seguidorxs disminuyen, se ocultan las historias y la etiqueta de "gente tóxica" o gente intensa, empiezan a sintetizar las nulas ganas que tiene unx de leer lo que otrx tiene para expresar y no hacerse cargo de que, en realidad, te importa un pedo las otras realidades. 

Qué bajón!!! Habiendo tantas, tantas palabras para expresarnos. Y lo mejor de todo es que, si no existen, las podemos crear!!! Si, pienso y repienso que el lenguaje es una construcción social que armamos entre todEs, y se modifica con el tiempo, por y para nuestras necesidades. Pero que hay que darle tiempo e ir haciendo un laburo de acupuntura, "de a puchitos" y otras analogías (por eso todavía escribo con X en vez de con E, para ser más sutil, vio?). 

Ahora bien, esto me lleva a otra comparación más que nueva. Vieron la serie "Anne, with an E", en Netflix? (chivo). A parte de ponerme las emociones a flor de piel por su sencillez, humildad y belleza de experiencias que dejan aprendizajes muy lindos, me plantea esta cuestión de qué poco nos expresamos teniendo tanto vocabulario y, por si fuera poco, teniendo todo un cuerpo con el que hablar. Gestos, posturas, intensidad, abrazos, besos, golpes, tensiones y tantas otras formas de expresar con el cuerpo.  Al principio, en la serie, Anne se expresa tan verborrágicamente (por qué me miras así?), con expresiones "rimbombantes" y con ganas de cambiar o poner nombres a las cosas que la asombran, incomodando a lxs suyxs. Y entonces uno, acostumbrado a este mundo que hay que leer entre líneas para interpretar lo que alguien quiere decir o, peor aún, que hay que buscar bien cada palabra antes de hablar para que no te malinterpreten, cae en cuenta que estamos más que limitadxs a la hora de expresarnos.

Creen que soy exagerado y muy abarcativo? Pfff. Y eso que no pensaron en la cantidad de idiomas, culturas e idiosincrasias que existen en todo el mundo, en lenguas habladas, de señas, braile y tantas otras formas de comunicarse entre todxs. Si, qué exagerado. Y uno acá preocupándose por no responder "mal" a un "Cómo estás?". Y saben qué es lo peor de todo? Que no me siento más importante ni especial que nadie porque sé que muchxs de lxs que están leyendo esto, la están pasando mal también, por momentos. Si ni siquiera sabemos cómo sigue esto. Nadie nos puede "spoilear" nuestra realidad. 

Entonces, en vez de estancarnos con un acotado uso de expresiones, aprovechemos y busquemos más! Pero no sólo en el diccionario. Busquemos en nosotrxs mismxs. Qué sentimos?, permitámonos experimentar sentimientos tanto buenos como malos. Busquemos más allá de lo que nos genera. Démosle identidad a nuestras emociones y dejemos de lado la "culpa" de parecer menos masculinos, más vulgares, más exageradxs, intensxs, tóxicxs o cuanta etiqueta se nos ocurra que nos puedan poner por expresarnos. Pongámosle nombre a todo, porque no hay nada más feo que no tener nombre. Y algo que sentimos, por más nuevo, raro o difícil de explicar que sea, sí que existe, y va a estar ahí hasta que cada unx decida.

La cuestión es así. Momentos intensos, emociones intensas. No hay muchas respuestas más que las que elegimos como certeras, o las que decidimos buscar y crear nosotrxs para seguir adelante. Todo está permitido. Expresémonos auténticamente. Es difícil hacerlo, porque también es difícil que te entiendan. Tengo la dicha de tener un compañero de vida que estuvo en estos momentos y se bancó todas. Él tenía muchas preguntas en esos momentos, yo también, pero no podía responderlas, o no quería, o no sabía cómo. Las palabras salieron como pudieron, explicando algo que era difícil de contar pero a la vez no tanto. Cómo hacer para buscar palabras y pensar en un momento que me desborda y no puedo controlarlo? ... Y saben qué ayudó más que las palabras?: El modo de decirlas. La tranquilidad de haberlas buscado y encontrado, la paciencia de escuchar y escucharse, la inteligencia de esperar, la confianza en el/la otrx. Y también entender que el silencio es parte de la comunicación. Creo que por ahí va, que por ahí vamos. Creo que estoy aprendiendo cada vez más y esto me gusta.

Con todo esto no sólo quiero narrar un pensamiento, sino que quiero que, quien se sienta identificadx, sepa que no está solx y somos un montón en estos momentos... por más exagerado que parezca. Aprovechemos cada episodio, bueno o malo, para conocernos más. Pongámosle nombre (como al final de La Historia Sin Fin), expresémoslo con quien querramos y nos sintamos cómodxs. Porque para eso son las expresiones, para sacarlas afuera. Cómo lo interpreten lxs demás, es tema de lxs demás.

Aclaración: Muchas de las palabras y frases que puse "entre comillas" son vestigio de las expresiones que quizás podría nombrarlas de otra manera, porque son palabras más o menos figurativas sobre la emoción, sensación o estado que quiero describir. Pero también es una cuestión del tipo de mensaje escrito. Ya que si todo esto fuera hablado, no se dan una idea lo agobiante, cansador, verborrágico, hartante, histérico y aturdidor que puedo llegar a ser.

"Nada, eso." 

jueves, 7 de mayo de 2020

Los extremos de la cuarentena.

Como si fuera una bitácora de viaje, escrita o mental, uno lleva la cuenta y los detalles de todo lo trascendido en esta época de pandemia. Ya sea como registro de algún que otro logro alcanzado en estos días (trabajos aprobados en aulas virtuales, idioma aprendido, receta nueva, alguna habilidad antes no desarrollada, o simplemente el logro de seguir aguantando); como un seguimiento a los comportamientos y mañas del día a día(viejos o nuevos, tratando de despojar o mejorar algunos); como un acontecimiento más que oportuno para renovar lazos de convivencia y hábitos con quienes tenemos cerca; como aprendiz que detecta nuevas cosas y las toma o las deja; o simplemente a modo de quien naufragó y marca rayas en una piedra para saber cuánto lleva aguantando hasta que le rescaten... o no (?). Como sea, cada unx en la suya, adaptándose minuto a minuto a un "evento" del que nadie, hoy en día, ha experimentado de tal manera. Ni en las películas si quiera se han visto hechos o comportamientos similares a los de esta realidad. Sin recetas ni pasos a seguir... supervivencia extrema.

Todo está extremo ahora. O al menos mucho más que nunca antes en nuestras vidas. Estamos con extrema paranoia y persecución, y otros con extremo escepticismo. Extremadamente insomnes o extremadamente dormilones. Un extremo humorista, el otro mala onda. Un extremo fitness, el otro "fatness". Uno yogui, el otro hater. Un extremo alegre, el otro triste. Y así podría seguir con los opuestos, que no sólo son opuestos sino realmente extremos, porque cada vez cuesta más estar en el punto medio. Y no son solamente estados aislados que nos "atrapan" y ya. Pasamos por muchos de ellos, de un extremo a otro en cuestión de semanas, días e incluso horas. Pasamos de romantizar/ naturalizar la cuarentena, o de quejarnos y cuestionar a quienes la romantizaban o naturalizban, a odiarla profundamente o creer que es lo peor que podemos hacer (después de 50 días de lo mismo), y queremos salir a toda costa y nos cagamos en todo lo hecho o en todxs quienes lo hacen y creen que es lo correcto. Todo en base a comparaciones: "Si fulano salió un rato y no le pasó nada, yo salgo igual." O,  " me llegó un mensaje de mengana donde dice que todo es una conspiración porque lo leyó por ahí y así es como pienso yo entonces está bien". Extremos tan amplios que perdimos las medidas que teníamos antes. Se nos perdió nuestro propio control remoto. Que si lo vemos por un lado, está bueno, pero por otro no tanto (como todo en la vida).

Tanto cuestiono y me cuestiono todo, que es ahí cuando me doy cuenta que uno mismo, por más misma vara que aplique ante todas las situaciones, lo que cambia es el ojo con que mide y no la vara. Y nuestro ojo con el que medimos se afecta por todos estos extremos. Cambié totalmente mi forma de ver y sentir muchas cosas desde el principio, pero también muchas otras siguen iguales. No me cabe duda que estoy haciendo lo correcto, por más que me afecte (y me está afectando mucho, al igual que muchxs otrxs que leen esto y están en la misma, mejor o peor).

Leí por ahí que esta pandemia hace mejores a las buenas personas, y empeora a las malas. Creo que algo de cierto tiene, por más que no me voy a poner a prejuzgar a quién o qué cosa considero como buena o mala, y aclarando que por más buena persona que seas y la estés pasando pésimo, la diferencia con las malas personas es que buscamos soluciones antes que culpables, ayudamos aún cuando podemos menos que antes, en vez de quejarnos y restar. Siempre, a pesar de toda crisis, vamos a sacar algo bueno, por eso nos vemos mejores al final. Pero este pensamiento no quiero que suene como un egocentrismo o individualismo ni como algo utópico, sino todo lo contrario. Desde un lugar empático que, a pesar de lo que me pueda perjudicar a mi mismo, de lo que me cueste identificar mis procesos por más negativos que sean, siempre voy a dar mi mano para quien necesite, así como sé que hay muchxs que lo harán cuando me toque pedir a mi. Digo utópico porque justo esto que estamos atravesando hoy, si lo pensamos un tiempo atrás sería una completa utopía... y acá estamos transitándola y, como decía Galeano, caminando... así la utopía se nos aleja un poco más.

Estamos así, de extremo a extremo. Pero no nos olvidemos que en el medio de los extremos hay algo. Depende de cada unx qué tan grande sea ese algo. Depende de cada unx si nos quedamos en uno u otro extremo sin aprovechar y procesar los medios y, sobre todo, si nos es útil a nosotrxs y al resto. Depende de cada unx si transforma un extremo y lo ubica en el medio, para así poder ir trascendiendo.




Acá estoy yo, Bruno. Formoseño (de un extremo), que vine el 15 de Marzo a Córdoba (el otro extremo), Arquitecto que tenía laburo (un extremo), y empezar a buscar nuevos rumbos acá (el otro extremo), que decidí pasar de una relación amorosa a distancia (un extremo), a empezar una convivencia (el otro extremo), con mi novio Damián. Que empecé aprovechando esta situación de "freno" para adaptarme (un extremo), y ahora no veo la hora que termine y poder adaptarme a algo nuevo (el otro extremo)... y así podría seguir. Ustedes? En qué parte están? Yo, al menos hoy, estoy en alguna parte del medio escribiendo esto.

De cada crisis surge una oportunidad, o como prefiere decir Homero Simpson: OPORTUNCRISIS!