lunes, 4 de junio de 2012

El tiempo pasa, nos vamos poniendo ...



¿Cuántas horas al día dormimos?, ¿Cuántas horas al día estamos trabajando o estudiando?, ¿Cuántas horas al día caminamos o nos movemos de un lado al otro?, ¿Cuántas horas al día disfrutamos del día?, ¿Cuánto tiempo en el día comemos?, ¿Cuántas horas al día le dedicamos a otra persona?, ¿Cuántas horas al día nos relajamos?... y así se pueden seguir haciendo muchas más preguntas sobre qué hacemos y cuántas veces o por cuánto tiempo; sin siquiera imaginarnos la sumatoria por semanas, meses o años…

Los médicos recomiendan hacer ejercicios por 1 hora al día como mínimo. Recomiendan dormir entre 6 a 8 horas para estar bien descansado. Laburar más de 12 horas por día es abuso. Estudiar más de 8 horas al día es enfermizo (y el que lo hace muy seguido va directo al surmenage). Estar mucho tiempo con la misma persona resulta “ahogante”. Las relaciones sexuales se miden en minutos y son más elogiadas las que duran más. Distancias que demanden más de 30 minutos caminando resultan agotadoras. Transportarse en colectivo más de 40 minutos hacen pensar que estamos saliendo de la ciudad… etcétera. TODO lo que hacemos está regido por el tiempo.

Quizás en sociedades primitivas me hubiera ido bien, “adorando a Cronos (Dios griego del tiempo).

El tiempo es algo que siempre llamó mi atención, pero no hasta el punto de la paranoia (hasta ahora).

Los relojes van siendo desplazados de a poco por los celulares. Alarmas programadas para todo: despertarse, recordatorios de reuniones, cumpleaños, medicamentos, visitas al médico, etc. etc. Cada vez más aferrados al tiempo, pero sin darnos cuenta que cada vez dependemos menos de nuestra memoria. No la emotiva ni nada por el estilo, sino la memoria del tiempo. Esa que nos hace acordar de fechas y horarios sin necesidad de recurrir a una extensión de ella que termina reemplazándola.

Si hay algo que heredé de mi abuela (Perla), más allá de los rasgos físicos, es la memoria. Números, fechas, acontecimientos y demás cosas… que a quien le digo algo que pasó, primero duda, y después termina usándome de recordatorio a mi jejeje.

Con esto no quiero decir que me acuerdo de todo… digamos que la tecnología (en este caso el celular), también me hizo vago… antes uno se aprendía los teléfonos de memoria para poder llamarlos desde un público, o tenía una agenda improvisada en la billetera; ahora solo basta con navegar en una extensa lista de contactos que uno agenda y escasas veces utiliza la mayoría. Pero sí creo que retengo por más tiempo, situaciones o hechos importantes que por equis cuestión, hacen que no me olvide… por ser muy buenas, o muy malas (generalmente recordamos más las malas por ser cosas que pasan menos frecuentemente), cumpleaños de familiares y amigos, etcétera.

Frases como: “El pasado es historia, el futuro un misterio pero el hoy es un regalo, por eso se llama presente” y otras similares que alientan a que uno deje el pasado de lado y viva el presente para cambiar el futuro, se ven cada vez más seguido en los comentarios cotidianos de las personas. Como esas imágenes con fondo negro que publican en Facebook y que suelen tener fotos de mascotas, corazones y personajes famosos.

Esas cosas son las que me hacen creer que no es solo un mambo mío esto de “Qué rápido que pasa el tiempo”… inconscientemente, a todos nos pega igual. Y no por que tengamos arrugas o canas, sino con el simple hecho de mirar a hermanos menores o primos chicos, que de un día para el otro ya pasaron del jardín al primario, al secundario y de repente estamos todos hablando de facultad... y nosotros seguimos iguales (o no).

Esto me trae a memoria un texto de Alejandro Dolina donde habla de la celeridad con la que vivimos y aprendemos… todo lo que se ofrece se resume en títulos como “HABLE INGLES EN 3 MESES” o “APRENDA GUITARRA EN 10 CLASES” y tantas otras oportunidades que nos prometen la perfección en poco tiempo. Porque el tiempo es oro, “el tiempo es tirano”, tenemos miedo de perder el tiempo y no nos damos cuenta que, por evitar perderlo, lo terminamos haciendo. Concluyendo Dolina en títulos alentadores como “APRENDA A VIVIR EN TODA UNA VIDA”.

Tiempo no es sólo segundos, minutos, horas, días, etcétera; sino que es eso, más lo que uno hace, lo que uno vive. Si lo disfrutás, el tiempo pasa rápido… si la pasás mal, el tiempo pasa lento y no ves la hora de tomarte el palo e ir a “perder el tiempo”.

Como la obra de Dalí, “La persistencia de la memoria”, dejemos de pensar en el tiempo como algo duro y redundante, que se repite una y otra vez. De nosotros depende “ablandar” al tiempo y hacerlo pasar, rápido o lento, bien o mal. Al fin y al cabo, que el tiempo pase es inevitable, que quede en nuestra memoria es cosa personal.

Gracias por su tiempo! :D

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